La familia Rodríguez se sentía un poco nerviosa porque la inauguración del Hotel de sus sueños, se había empañado con la llegada de una tormenta y posiblemente algunas personas que estaban en camino se encontraban perdidas en el bosque en medio de la tempestad. Por si fuera poco, los constantes rayos estaban afectaron la electricidad, dejándolos en completa oscuridad, solo iluminados con la luz de los relámpagos.
Se repartieron velas entre los huéspedes y trabajadores, y sin tener mucho que hacer, la mayoría decidió ir a dormir. Fue entonces que uno de los huéspedes, entre el murmullo del viento, el tic-tac de las gotas de lluvia y el estruendo de los truenos, alcanzó a percibir el llanto de un niño en su habitación. Sin averiguar nada, el hombre fue a reportarlo a recepción, donde a pesar de saber que no había algún bebé en el hotel en ese momento. Enviaron a dos empleados al cuarto, esperando que atraparan un gato o algún mapache que hubiese entrado y pudiera asustar a otros huéspedes.
Los dos jóvenes volvieron de la habitación con los rostros pálidos, uno de ellos no pudo pronunciar palabra, pero el otro dijo que había visto a un niño pequeño, de unos días de nacido, pero lo impresionante de este es que tenía grandes garras y afilados colmillos, y un par de cuernos bien marcados en su cabeza.
Según decía estaba riendo y aun si hubieran querido atraparlo, no podrían hacerlo porque era demasiado rápido y escurridizo.
Aunque les costó trabajo creer en lo que decían el par de muchachos, todos los empleados del hotel acudieron a la mentada habitación, pero el endemoniado niño ya no estaba ahí. Pero pronto supieron donde andaba porque una serie de gritos inundaron el hotel.
Cuando la luz volvió muchos de las personas que estaban ahí, se encontraron con mordidas y arañazos en su cuerpo, y el hotel cerró antes de haber abierto.
Y sin saber de dónde vino aquella criatura que ahora tenía un hotel completo para él solo, esperando viajeros perdidos que llegaran hasta ahí.
Luis se había ganado su propia habitación, tras varios años de compartir el espacio con sus hermanos menores. Al verla, quedó fascinado, tenía un diseño moderno, con muebles metálicos, incluso tenía una pared llena de casilleros como en la escuela.
Esa noche mientras dormía tranquilamente, fue despertado por un rechinido, tras el cual vinieron otros, al encender las luces, notó que las puertas de todos los casilleros estaban abiertas. Al acercarse vio que las cerraduras estaban maltratadas, y supuso que por eso no podía cerrarlas, así que se fue de nuevo a dormir. Por la mañana, se levantó de prisa, pues era tarde para la escuela, pero tuvo que interrumpir su carrera, porque se dio cuenta que todas las portezuelas estaban cerradas.
Durante las clases no paraba de pensar lo que había sucedido, pero dio por sentado que todo había sido un sueño, por haberse dormido pensando en su nueva habitación. Pero esa noche sucedió lo que la anterior y a la misma hora.
Solo que esta vez, alcanzó a ver un poco más en medio de la penumbra, un desfile de sombras, pasó frente a él, se dirigían a los casilleros y los abrían causando aquellos rechinidos.
El chico estaba sin habla, a punto de desfallecer por la impresión, pero por fortuna su padre escuchó el alboroto y entraba para pedirle a Luis guardar silencio. Sus ojos casi terminan desorbitados al ver sombra tras sombra inundando la habitación.
Su reacción fue inmediata, sacó a su hijo del cuarto, mientras le pedía perdón. Aparentemente todo el mobiliario había sido rescatado de un viejo hospital, el cual había dejado de funcionar desde el día en que se quemó y murieron en el la mayoría de los empleados y pacientes.
Al parecer, muchos de ellos no se dieron cuenta de que habían fallecido, y seguía atados a su rutina, abrían los casilleros en el cambio de turno, y colocaron un paciente en la cama del chico, por suerte, este llegó después de que ellos habían salido de la habitación…
Un estudiante universitario se dirigió al bosque en busca de algunos especímenes para su trabajo final, su tarea era sencilla, encontrar plantas e insectos para después catalogarlos. Era para él una pasión, así que el tiempo se le fue volando, cuando se dio cuenta la noche lo había atrapado, la oscuridad lo rodeo en un instante, y aunque pensaba conocer muy bien el camino no era así.
Caminó por un momento pero se sintió perdido, no sabía hacia dónde avanzar con tremenda oscuridad. Cuidaba sus pasos para no tropezar, lo único que podría distinguir era la brillante luz de la luna y las estrellas. Pensando un poco en la situación, supo que no debía moverse más a ciegas, pues podría perderse. Por fortuna pudo distinguir una pequeña cabaña en medio del bosque; pensó que sería buena idea entrar y pedir resguardo esa noche hasta el amanecer.
Al llegar a la cabaña, tocó la puerta unas cuantas veces, mientras decía con voz fuerte: – Buenas noches –, pero nadie respondía, el frio empezaba a meterse entre su ropa, así que al comprobar que nadie se encontraba por el momento, pasó sin ser invitado.
Una vez adentro le sorprendió el tamaño de la cabaña, pues desde afuera no parecía tan grande, un largo pasillo lleno de puertas se extendía por un largo tramo, entre la oscuridad mientras se desplazaba hacia enfrente pudo notar que en las paredes había extrañas pinturas de personas con aspecto siniestro, que lo seguían con la mirada, lleno de escalofrió, apresuraba el paso, para salir de aquel tenebroso pasillo.
Encontró una habitación casi al final y pasó en ella toda la noche hasta el amanecer, con los primeros rayos del sol, sus miedos se habían marchado, y retomó el pasillo para salir de la cabaña, solo para sentir como se le helaba la sangre, regresándole todo aquel temor, que lo dejó paralizado, las paredes estaban vacías, no había ni un solo cuadro, eran solo numerosas ventanas que rodeaban aquel largo pasillo.
Nos encontrábamos cenando juntos en familia, cuando por toda la casa se empezaron a escuchar una serie de ruidos, sonaba como si azotaran las puertas, y estrellaran vasos contra el suelo. Mi esposo nos pidió que permaneciéremos en nuestros lugares mientras él se levantaba a averiguar, había caminado solo un poco, cuando una sombra cruzó detrás de él a toda velocidad. Mis hijos y yo soltamos incontables gritos y corrimos fuera de la casa.
Mi esposo fue detrás de nosotros y le contamos lo sucedido, por su parte él dijo que no había encontrado nada fuera de lugar, que entráramos a la casa para terminar de cenar, pero por supuesto, nosotros nos negábamos. Aun así, tuvimos que hacerlo, porque afuera estaba helando, pero mis hijos no quisieron dormir en sus habitaciones. Colocaron cobijas alrededor de nuestra cama, y no querían cerrar los ojos.
Apenas habían pasado unos minutos, cuando los sonidos en la cocina se escucharon de nuevo, esta vez de forma más intensa, no sé si por el silencio de la noche o porque el fenómeno se presentaba de manera más violenta. Mi esposo bajó con bate en manos, fueron unos minutos de silencio y el subió corriendo, sin el bate, el rostro descolorido, y muy asustado, apenas podía ni articular palabras… dijo que en la cocina estaba su hermano, pero no era real, estaba traslucido y con una gran herida abierta en su cabeza…
No sabíamos que hacer, estábamos muy desconcertados, y lo estuvimos mucho más, cuando recibimos una llamada diciendo que mi cuñado había muerto al caer del techo…
De inmediato pensamos que el fantasma de su hermano se había hecho presente porque culpaba a mi esposo de su muerte, pues habían quedado de acuerdo en reparar el techo juntos… tal vez si me esposo hubiese estado ahí… su hermano no habría muerto… y no tendríamos que verlo rondando en nuestra casa, tratando de tomar venganza.
Era una noche tranquila cuando la joven pareja se fue a dormir, pero entrada la madrugada un fuerte viento desató un alboroto, las ventanas vibraban, y las paredes eran azotadas por cualquier cosa que estuviera cerca. Después de salir a revisar y poner todo en un lugar donde causara el menor ruido posible, intentaron dormir otra vez, pero era algo complicado, cuando apenas estaban pegando los ojos, algún fuerte ruido les crispaba los nervios, pasaron así los minutos, con los ojos abiertos, esperando que el siguiente estruendo no los tomara tan desprevenidos.
De repente el ruido de un cristal roto, los asustó más de lo que esperaban, se levantaron con prisa para revisar pero las luces no encendían, no acostumbraban tener una lámpara a mano así que tuvieron que caminar a oscuras hasta la cocina. Tropezaban cada paso, a pesar de que era un camino que recorrían todos los días.
Al llegar el hombre tomó el encendedor y lo accionó. Durante un fugaz segundo, frente a su cara, como si fuese el reflejo en un espejo, un rostro con la boca abierta y vacíos ojos negros le miraron fijamente acercándose lentamente como si quisiera fundirse con él, le pareció un momento eterno, en el que soltó el encendedor y apretó fuerte la mano de su esposa.
Estaba seguro de lo que vio, pero no podía decir nada para que su esposa no se asustara, debía hacer algo… pero, ¿qué?, «eso» estaba ahí, observando, pero tampoco podía quedarse quieto esperando. Cuando la cabeza estaba a punto de estallarle de tanto pensar, la electricidad volvió, la luz de los aparatos de cocina dieron suficiente iluminación para ponerlo tranquilo, pues estaban completamente solos.
Pero después de eso no hubo tranquilidad, ¿Qué era?, ¿Porque estaba ahí?… y lo más aterrador de todo… ¿volverá?…o ya ¿Estará en la casa de alguien mas?
Era la primera vez que Omar iba al cementerio a visitar la tumba de su hermano mayor, el cual murió siendo aun muy pequeño. Sus padres le habían contado de él, pero nunca antes los había acompañado. Pero, decidieron que Omar ya era mayor y podría unirse a la tradición familiar.
El chico observaba con atención todo lo que había a su alrededor, grandes estatuas de piedra con forma de ángeles, cruces de todos tamaños y con todo tipo de garabatos, y por supuesto muchas tumbas.
Sus familiares que ya conocían bien el camino, se movían ágilmente entre las lapidas, y a él lo dejaron un poco rezagado. Mientras se apresuraba para no quedarse muy atrás, pasó entre dos tumbas pisando un caballito de madera.
Ya que sus padres acostumbraban llevar juguetes a su hijo difunto en sus cumpleaños, probablemente mucha más gente lo hacía, así que lo recogió para ponerlo en su lugar.
Miro la inscripción de las dos tumbas, y en ambas había enterrado un niño, lo cual le dificultaba un poco para devolver el juguete a su dueño. Así que lo dejó a la suerte, y lanzando una moneda, decidió dejarlo en la tumba a su izquierda.
Se dispuso a salir corriendo para alcanzar a su familia, pero su pie se atoró con algo, y mientras estaba agachado tratando de zafarlo, le tocaron el hombro derecho y una suave voz le susurro al oído: -Ese juguete era mío…-, aunque el chico volteó lo más rápido que pudo, sus ojos solo percibieron una ligera forma traslucida que se deslizaba debajo de la lapida a su derecha.
Aunque sus pies estaban listos para salir corriendo y quería con todas sus fuerzas hacerlo, no tuvo más remedio que tomar el caballito y devolverlo a su dueño, para después de eso jamás volver a pisar un cementerio.